«¿Puedes decirnos brevemente?, pregunta tu amigo, «¿qué es realmente el anarquismo?»
Lo intentaré. En pocas palabras, el anarquismo enseña que podemos vivir en una sociedad donde no existe compulsión de ninguna clase. Una vida sin compulsión naturalmente significa libertad; significa la libertad de no ser forzado o coaccionado, la posibilidad de llevar a cabo la vida que mejor se nos acomode. Tú no puedes realizar una vida así a no ser que suprimas las instituciones que cercenan e interfieren en tu vida, sin que suprimas las condiciones que te obligan a actuar de un modo diferente a como realmente te gustaría hacerlo. ¿Cuáles son esas instituciones y condiciones? Veamos lo que tenemos que suprimir para asegurar una vida libre y armoniosa. Una vez que sepamos lo que hay que abolir y lo que tenemos que poner en su lugar, encontraremos el camino de hacerlo.
¿Qué hay que abolir, entonces, para asegurar la libertad? Ante todo, por supuesto, lo que más te invade, lo que obstaculiza o impide tu libre actividad, lo que interfiere en tu libertad y te obliga a vivir de un modo diferente al que estaría de acuerdo con tu propia elección. Eso es el gobierno. Considera bien esto y verás que el gobierno es el mayor invasor; más que eso, es el peor criminal que el hombre ha conocido nunca. Llena al mundo con violencia, con fraude y engaño, con opresión y miseria. Como dijo una vez un gran pensador: «su aliento es veneno». Corrompe todo lo que toca. «Sí, gobierno significa violencia y es un mal», admites. Pero, ¿podemos pasarnos sin él?»
Precisamente de esto es de lo que quiero hablarte. Ahora bien, si yo te preguntara si tú necesitas el gobierno, estoy seguro de que responderías que tú no lo necesitas, pero que es para los demás para quienes es necesario. Pero si se lo preguntas a cualquiera de esos «otros», te respondería lo mismo que tú: te diría que él no tiene necesidad de él, pero que es necesario «para los otros». ¿Por qué cada uno piensa que él puede ser lo suficientemente honrado sin el policía, pero que se necesita la porra para «los otros»? «La gente se robaría y mataría unos a otros si no hubiera gobierno y ley», dices. Si realmente fuera sí, ¿por qué lo harían? ¿Lo harían precisamente por el placer que sacan de ello o por determinadas razones? Tal vez si examinamos sus razones, descubriremos el remedio para ellas. Supón que tú y yo y muchos otros hemos sufrido un naufragio y nos encontramos en una isla rica en frutos de toda especie. Por supuesto, tenemos que ponernos a trabajar para recoger el alimento. Pero supón que uno de nosotros declarara que todo le pertenece y que nadie podría tener un solo bocado, a no ser que primero pagase tributo por él. Nos indignaríamos, ¿no es verdad? Nos reiríamos de sus pretensiones. Si intentara hacer problema sobre ese asunto, tal vez lo arrojaríamos al mar, y le estaría bien merecido, ¿no es así? Supón además que nosotros mismos y nuestros antepasados hemos cultivado la isla y la hemos abastecido de todo lo que se necesita para la vida y la comodidad, y que llegara alguien y pretendiera que todo es suyo. ¿Qué diríamos? No haríamos caso de él, ¿no es así? Podríamos decirle que compartiera con nosotros eso y que se uniera a nuestro trabajo. Pero supón que insiste en su propiedad y que saca un trozo de papel y dice que eso prueba que todo le pertenece. Le diríamos que está loco y nos iríamos a nuestros asuntos. Pero si él tuviera un gobierno que lo respaldara, apelaría a él para la protección de «sus derechos», y el gobierno enviaría a la policía y a los soldados que nos desahuciarían y que pondrían «en posesión al propietario legal». Esa es la función del gobierno; esa es la razón por la que existe el gobierno y lo que está haciendo constantemente. Ahora bien, ¿sigues pensando que sin esa cosa llamada gobierno nos robaríamos y nos mataríamos mutuamente? ¿No es más bien verdad que con el gobierno robamos y matamos? Porque el gobierno no nos asegura en nuestras posesiones justas, sino que, por el contrario, nos las arrebata para beneficio de aquellos que no tienen derecho sobre ellas. Si te despertaras mañana y supieras que ya no habla gobierno, ¿sería tu primer pensamiento lanzarte a la calle y matar a alguien? No, sabes que eso es absurdo. Hablamos de hombres cuerdos, normales. El hombre demente que desea matar no pregunta primera si existe o no existe un gobierno. Lo más probable es que, si tú o Johnson os despertarais descubriendo que no había gobierno, os dedicaríais a ajustar vuestra vida a las nuevas condiciones. Es muy probable, por supuesto, que si tú vieras entonces alguna gente que se atraca mientras que tú pasas hambre, tú exigirías la oportunidad de comer, y en eso tendrías perfectamente la razón. Y lo mismo pasarías con cualquier otro; lo cual significa que la gente no apoyaría que alguien acaparase todas las cosas buenas de la vida: desearían tener parte en ellas. Esto significa además que el pobre rehusaría permanecer pobre mientras que otros nadan en la abundancia. Esto significa que el obrero se negaría a entregar su producto al patrón que pretende «poseer» la fábrica y todo lo que se hace en ella. Esto significa que el campesino no permitiría que miles de acres permanezcan ociosos, mientras que él no tiene tierra suficiente para mantenerse a sí mismo y a su familia. Esto significa que no se permitiría a nadie que monopolizara la tierra o la maquinaria de producción. Esto significa que no se toleraría más la propiedad privada de los recursos vitales. Se consideraría como el mayor crimen que alguien poseyera más de lo que puede usar en doce vidas, mientras que sus vecinos no tienen suficiente para sus hijos. Esto significa que todos los hombres participarían en la riqueza social y que todos ayudarían a producir la riqueza.
Esto significa, en resumen, que por vez primera en la historia el derecho, la justicia y la igualdad triunfarían en lugar de la ley. Ves, por consiguiente, que la supresión del gobierno significa también la abolición del monopolio y de la propiedad personal de los medios de producción y de distribución. Se sigue de aquí que, cuando quede abolido el gobierno, también tiene que desaparecer la esclavitud asalariada y el capitalismo, porque éstos no pueden existir sin el apoyo y la protección del gobierno. Lo mismo que el hombre que pretendía tener un monopolio sobre la isla, del cual te hablé antes, no podría poner en práctica su loca pretensión sin la ayuda del gobierno. Un estado de cosas donde hubiera libertad en lugar de gobierno sería la anarquía. y un estado de cosas donde la igualdad de uso ocupara el lugar de la propiedad privada, sería el comunismo. Sería el anarquismo comunista.
«¡Oh, comunismo!», exclama tu amigo. «¡Pero dijiste que no eras un bolchevique!»
No, no soy un bolchevique, porque los bolcheviques desean un gobierno o Estado poderoso, mientras que el anarquismo significa la supresión sin más del Estado o gobierno. «¿Pero no son los bolcheviques comunistas? », preguntas. Sí, los bolcheviques son comunistas, pero ellos desean su dictadura, su gobierno, desean obligar a la gente a que viva en el comunismo. El comunismo anarquista, por el contrario, significa un comunismo voluntario, un comunismo de libre elección.
Alexander Berkman,El ABC del Comunismo Libertario
Lo intentaré. En pocas palabras, el anarquismo enseña que podemos vivir en una sociedad donde no existe compulsión de ninguna clase. Una vida sin compulsión naturalmente significa libertad; significa la libertad de no ser forzado o coaccionado, la posibilidad de llevar a cabo la vida que mejor se nos acomode. Tú no puedes realizar una vida así a no ser que suprimas las instituciones que cercenan e interfieren en tu vida, sin que suprimas las condiciones que te obligan a actuar de un modo diferente a como realmente te gustaría hacerlo. ¿Cuáles son esas instituciones y condiciones? Veamos lo que tenemos que suprimir para asegurar una vida libre y armoniosa. Una vez que sepamos lo que hay que abolir y lo que tenemos que poner en su lugar, encontraremos el camino de hacerlo.
¿Qué hay que abolir, entonces, para asegurar la libertad? Ante todo, por supuesto, lo que más te invade, lo que obstaculiza o impide tu libre actividad, lo que interfiere en tu libertad y te obliga a vivir de un modo diferente al que estaría de acuerdo con tu propia elección. Eso es el gobierno. Considera bien esto y verás que el gobierno es el mayor invasor; más que eso, es el peor criminal que el hombre ha conocido nunca. Llena al mundo con violencia, con fraude y engaño, con opresión y miseria. Como dijo una vez un gran pensador: «su aliento es veneno». Corrompe todo lo que toca. «Sí, gobierno significa violencia y es un mal», admites. Pero, ¿podemos pasarnos sin él?»
Precisamente de esto es de lo que quiero hablarte. Ahora bien, si yo te preguntara si tú necesitas el gobierno, estoy seguro de que responderías que tú no lo necesitas, pero que es para los demás para quienes es necesario. Pero si se lo preguntas a cualquiera de esos «otros», te respondería lo mismo que tú: te diría que él no tiene necesidad de él, pero que es necesario «para los otros». ¿Por qué cada uno piensa que él puede ser lo suficientemente honrado sin el policía, pero que se necesita la porra para «los otros»? «La gente se robaría y mataría unos a otros si no hubiera gobierno y ley», dices. Si realmente fuera sí, ¿por qué lo harían? ¿Lo harían precisamente por el placer que sacan de ello o por determinadas razones? Tal vez si examinamos sus razones, descubriremos el remedio para ellas. Supón que tú y yo y muchos otros hemos sufrido un naufragio y nos encontramos en una isla rica en frutos de toda especie. Por supuesto, tenemos que ponernos a trabajar para recoger el alimento. Pero supón que uno de nosotros declarara que todo le pertenece y que nadie podría tener un solo bocado, a no ser que primero pagase tributo por él. Nos indignaríamos, ¿no es verdad? Nos reiríamos de sus pretensiones. Si intentara hacer problema sobre ese asunto, tal vez lo arrojaríamos al mar, y le estaría bien merecido, ¿no es así? Supón además que nosotros mismos y nuestros antepasados hemos cultivado la isla y la hemos abastecido de todo lo que se necesita para la vida y la comodidad, y que llegara alguien y pretendiera que todo es suyo. ¿Qué diríamos? No haríamos caso de él, ¿no es así? Podríamos decirle que compartiera con nosotros eso y que se uniera a nuestro trabajo. Pero supón que insiste en su propiedad y que saca un trozo de papel y dice que eso prueba que todo le pertenece. Le diríamos que está loco y nos iríamos a nuestros asuntos. Pero si él tuviera un gobierno que lo respaldara, apelaría a él para la protección de «sus derechos», y el gobierno enviaría a la policía y a los soldados que nos desahuciarían y que pondrían «en posesión al propietario legal». Esa es la función del gobierno; esa es la razón por la que existe el gobierno y lo que está haciendo constantemente. Ahora bien, ¿sigues pensando que sin esa cosa llamada gobierno nos robaríamos y nos mataríamos mutuamente? ¿No es más bien verdad que con el gobierno robamos y matamos? Porque el gobierno no nos asegura en nuestras posesiones justas, sino que, por el contrario, nos las arrebata para beneficio de aquellos que no tienen derecho sobre ellas. Si te despertaras mañana y supieras que ya no habla gobierno, ¿sería tu primer pensamiento lanzarte a la calle y matar a alguien? No, sabes que eso es absurdo. Hablamos de hombres cuerdos, normales. El hombre demente que desea matar no pregunta primera si existe o no existe un gobierno. Lo más probable es que, si tú o Johnson os despertarais descubriendo que no había gobierno, os dedicaríais a ajustar vuestra vida a las nuevas condiciones. Es muy probable, por supuesto, que si tú vieras entonces alguna gente que se atraca mientras que tú pasas hambre, tú exigirías la oportunidad de comer, y en eso tendrías perfectamente la razón. Y lo mismo pasarías con cualquier otro; lo cual significa que la gente no apoyaría que alguien acaparase todas las cosas buenas de la vida: desearían tener parte en ellas. Esto significa además que el pobre rehusaría permanecer pobre mientras que otros nadan en la abundancia. Esto significa que el obrero se negaría a entregar su producto al patrón que pretende «poseer» la fábrica y todo lo que se hace en ella. Esto significa que el campesino no permitiría que miles de acres permanezcan ociosos, mientras que él no tiene tierra suficiente para mantenerse a sí mismo y a su familia. Esto significa que no se permitiría a nadie que monopolizara la tierra o la maquinaria de producción. Esto significa que no se toleraría más la propiedad privada de los recursos vitales. Se consideraría como el mayor crimen que alguien poseyera más de lo que puede usar en doce vidas, mientras que sus vecinos no tienen suficiente para sus hijos. Esto significa que todos los hombres participarían en la riqueza social y que todos ayudarían a producir la riqueza.
Esto significa, en resumen, que por vez primera en la historia el derecho, la justicia y la igualdad triunfarían en lugar de la ley. Ves, por consiguiente, que la supresión del gobierno significa también la abolición del monopolio y de la propiedad personal de los medios de producción y de distribución. Se sigue de aquí que, cuando quede abolido el gobierno, también tiene que desaparecer la esclavitud asalariada y el capitalismo, porque éstos no pueden existir sin el apoyo y la protección del gobierno. Lo mismo que el hombre que pretendía tener un monopolio sobre la isla, del cual te hablé antes, no podría poner en práctica su loca pretensión sin la ayuda del gobierno. Un estado de cosas donde hubiera libertad en lugar de gobierno sería la anarquía. y un estado de cosas donde la igualdad de uso ocupara el lugar de la propiedad privada, sería el comunismo. Sería el anarquismo comunista.
«¡Oh, comunismo!», exclama tu amigo. «¡Pero dijiste que no eras un bolchevique!»
No, no soy un bolchevique, porque los bolcheviques desean un gobierno o Estado poderoso, mientras que el anarquismo significa la supresión sin más del Estado o gobierno. «¿Pero no son los bolcheviques comunistas? », preguntas. Sí, los bolcheviques son comunistas, pero ellos desean su dictadura, su gobierno, desean obligar a la gente a que viva en el comunismo. El comunismo anarquista, por el contrario, significa un comunismo voluntario, un comunismo de libre elección.
Alexander Berkman,El ABC del Comunismo Libertario