¿Por qué Anarquismo?

Aunque la mayoría de la gente con la que te cruzas por la calle no conoce el significado real de la anarquía, todos los que se abren a escuchar lo que realmente es, en qué principios se basa y las consecuencias sociales que implicaría; admiten, al menos al hablar honestamente, que es un gran objetivo y que les gustaría que algo así pudiese existir.

Dicen esto, sin embargo, con la idea de que, aunque bonito, es algo utópico y por lo tanto inalcanzable. Este determinismo suele ser fruto de los prejuicios que estas personas tienen sobre la actitud del resto de seres humanos del planeta, llegando a considerar como inevitable que, una vez que no exista autoridad, los hombres empezarán a darse hachazos en la cabeza unes a otres1.

Es decir, el propio sujeto se ve capaz de desenvolverse con normalidad en una sociedad sin jerarquías, pero al mismo tiempo desconfía de esa capacidad y/o voluntad en los demás.

Pese a la dificultad aparente, basta con superar ligeramente algunos de esos prejuicios para ser consciente de que sí que se puede. Ahora bien, se puede, pero: ¿vale la pena luchar por ello? ¿es útil dedicar parte de mi tiempo a la lucha? En definitiva: ¿existen razones suficientes para ser anarquista?

Razones existen y muchas, pero eso no quiere decir que sean suficientes. Es tarea de cada uno decidir si lo son o no, pero lo principal es reflexionar sobre todas ellas. Veamos entonces algunas de esas razones:

POR TU LIBERTAD Y DIGNIDAD

En nuestra sociedad actual existen muchas y variadas formas de esclavitud, la educación, la moral estrecha del Sistema, el aparato de control, el Sistema judicial y, el más manifiesto, el Sistema económico, expresado a través del salario. Luchar contra ellas quizá sea lo más obvio desde el punto de vista individual, ya que a nadie le gusta ser esclavo, pero: ¿que significan la libertad y la dignidad en la práctica?

Pues, por ejemplo, no tener que vender tu fuerza de trabajo por un salario, ya que esto tiene dos consecuencias fundamentales que son incompatibles con la dignidad y la libertad del trabajador.

La primera es que cuando trabajas por un salario, no trabajas para beneficio directo propio o de la sociedad, sino que lo haces para el beneficio directo de alguien que vive del trabajo de otros sin ofrecer nada real a cambio. El tener toda una serie de parásitos que viven de tu trabajo es ya de por si algo que nadie debería sufrir, pero si a eso le añadimos que todos esos personajes, desde el patrón y el alcalde, hasta el policía y el juez, son en la práctica superiores a ti en derechos, ya lo convierte en algo completamente indignante.

La segunda es que la propia existencia del salario (del dinero) te encadena al consumo de mercancías, conllevando a su vez la necesidad más dinero, creando la esclavitud del salario. A esto hay que sumarle también el hecho de que los mismos personajes que mantienes con tu trabajo, son luego los encargados de perseguirte cuando no tienes un salario con el que comprar lo que necesitas. Vamos, que ya no es digno tener que vender tu tiempo, tu cuerpo y tu salud para que otros vivan sin producir; como para aguantar que además sean esos mismos los que luego vayan a por ti cuando no puedes, o no quieres venderte.

Aún así, esta razón por si sola no nos sirve, pues el hecho de emanciparte tú no elimina las desigualdades, ya que podría dar lugar a perpetuarlas al trasladarte al estrato privilegiado, y además puede que tu situación individual te parezca lo suficientemente buena como para no necesitar un cambio. Es aquí donde entra en juego uno de los pilares del anarquismo, la solidaridad.

POR NUESTRA LIBERTAD Y DIGNIDAD

No es suficiente con ser libre uno mismo cuando todos los demás viven explotados, ni deberíamos conformarnos con vivir “bien” nosotros mientras a nuestro alrededor hay otros en malas condiciones. Vivimos en sociedad, y como seres sociales nuestro entorno nos afecta en muchos aspectos.

Para vivir bien es necesario, por tanto, que tanto tú como los que te rodean tengáis todas las necesidades cubiertas, solo así se puede vivir de forma armónica ya que mientras haya desigualdades habrá conflicto permanente.

Con esto parece que la lucha toma ya más forma y razón de ser, pero también se dice que aunque en los países más desarrollados vivamos explotados por el patrón y a costa de nuestro trabajo vivan toda una serie de parásitos, nuestro nivel de vida es muchísimo más alto que en otros lugares, así que no tenemos por qué quejarnos.

Esto, además de ser falso en muchos casos (¿o acaso no hay gente sin techo donde cobijarse en nuestras ciudades?), denota una falta de perspectiva en cuanto a la interpretación del por qué tenemos ese nivel de vida tan alto con respecto a otros lugares. Y es que es realmente esa pobreza la consecuencia directa de la abundancia, o mejor dicho, la apariencia de comodidad de los países desarrollados se basa en el usufructo y expolio de los países menos desarrollados, expolio que no es sólo en cuanto a fuerza de trabajo sino también en cuanto a materias primas.

Esto está directamente relacionado con otro de los pilares del anarquismo, el internacionalismo.

PORQUE EL CAMBIO EN OTROS SITIOS
SÓLO ES POSIBLE SI HAY UN CAMBIO AQUÍ

A diferencia de les teóricos del nacionalismo, nosotres, como anarquistas, consideramos que para un cambio local es necesario un cambio global. No creemos que una Revolución Nacional sea una salida eficaz a ningún problema, las tensiones internacionales sólo generan cambios dentro del estrecho maarco que la geopolítica permite. En cualquier caso, la construcción de una sociedad sin clases a nivel internacional conlleva la construcción de una revolución a nivel mundial.

Si coincidimos en que para que una sociedad funcione no puede haber desigualdad, lo mismo deberíamos convenir para la relación entre las sociedades. Es imposible, o al menos sería muy hipócrita afirmar, que la anarquía puede existir “de puertas para adentro” al mismo tiempo que no existe “de puertas para afuera”. Una sociedad no jerarquizada conlleva, a parte de la no jerarquización entre individuos, la no jerarquización de los productos aglutinantes de estos, es decir, de las sociedades.

En la anarquía no hay fronteras, ni las sociedades más ricas abusan de las más pobres, sino que frente a las adversidades naturales, se utilizaría el apoyo mutuo como factor relacionador. Esto no se haría como un gesto caritativo y altruista, o no solamente, si no que sería la manifestación de una característica innata en el ser vivo (como ya demostró Kropotkin en su libro “El Apoyo Mutuo. Un factor en la evolución”.

Para poner fin al expolio sufrido por los países “tercermundistas”, sólo es necesario que los medios de producción y las materias primas sean puestas en manos de los propios productores. Evidentemente, esto no va a ser una iniciativa de aquelles que en la situación actual están en posiciones de privilegio, sino una expropiación llevada a cabo por aquelles mismes que la están sufriendo; y no son sólo precisamente los propios habitantes de esos países, sino además el planeta entero por la internacionalización de la economía; los principales explotadores del “tercer mundo” habitan en los países desarrollados.

De esto modo, se subvierte el sistema económico actual, se dejan de considerar las necesidades como una forma de sacar beneficio a la producción para poner la producción en manos de las necesidades, cosa que sólo se puede conseguir, como hemos dicho poniendo los medios de producción en manos de los productores.

Y las necesidades estrictamente humanas no son las únicas que necesitan el anarquismo.

PORQUE EL CAPITALISMO
DESTRUYE EL PLANETA

Varios millones de kilómetros cuadrados deforestados en la selva amazónica, cientos de ríos contaminados, miles de hectáreas de bosque quemadas cada verano en zonas de potencial expansión turística e inmobiliaria, paisajes de gran valor natural que desaparecen bajo el cemento y el césped...

Todo con el único objetivo de extraer “capital” de donde se pueda. Es la rutina del capitalismo: el exprimirlo todo hasta no dejar gota y no podemos quedarnos quietos viendo como lo destruyen todo, pero no vamos a arrodillarnos para pedirles que destruyan menos o más despacio, porque eso entraría dentro de los cánones del “desarrollo sostenible”, en el que muches ecologistas han caído: la perpetuación del capitalismo y, por tanto, la destrucción progresiva y ralentizada del medio ambiente.

Vivimos en un planeta con recursos suficientes para que no sea necesario abusar de las capacidades de la naturaleza. Podemos vivir bien sin destruir el medio ambiente, pero esto solo será posible cuando no haya intereses capitalistas detrás de la producción. Cuando se produzca en base a necesidades y no por acumular stocks de mercancías inútiles.

Y después de todo esto, aún nos queda una razón más para continuar la lucha.

PORQUE LLEVAMOS UN MUNDO NUEVO
EN NUESTROS CORAZONES

Porque queremos un mundo libre y justo, en el que no quepa la guerra, la miseria ni la esclavitud, cosa que es imposible en una sociedad mercantilizada y jerarquizada. Y eso debería bastarnos para hacer cuanto esté en nuestra mano por conseguirlo.

Porque con un objetivo como el nuestro no cabe el pesimismo ni la desgana; queremos un mundo nuevo y no lo vamos a pedir, lo cogeremos nosotros mismos; porque es la única forma que tenemos de conseguirlo

Juventudes Anarquistas de León (FIJA)
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