EDITORIAL

En un momento en el que todo el mundo quiere hacer negocio con esto de la memoria histórica y sacar partido del sufrimiento y del pasado. En cuanto al PSOE una política para cambiar de tema, frente a la crítica situación social (aumento del paro, de la jornada laboral…), y tergiversar a su modo la historia, el PCE pretendiendo lavarse la cara y en cuanto a los “Sindicatos” sacar el máximo beneficio económico, por un lado UGT y CCOO obteniendo desmesuradas cantidades de Patrimonio Histórico y Acumulado respectivamente, por otro lado, por pedir que no quede, organizaciones sindicales surgidas después del franquismo que también exigen un trozo de pastel.

Pero esta revisión histórica que pretenden hacer, visto que no es transparente, necesita de recordar también un período sacado siempre a media luz, el pactismo postfranquista. ¿Qué hacían los González y los Carrillo de entonces pactando el olvido y el perdón? ¿Qué hacen ahora los Zapatero y los Méndez? Dejar todo y bien atado, marcar la continuación del régimen autoritario, del franquismo al bipartidismo; nada ha cambiado.

Con todo esto de la memoria histórica sólo se pretende hacer una revisión del pasado para transformarlo en una historia que nos sirva y que justifique nuestro actual sistema de miserias, “cualquier tiempo pasado siempre fue peor”. No interesa sacar a la luz la lucha de un pueblo por su emancipación contra una clase opresora (representada por franquistas-golspistas, Julio de 1936 entre otros, comunistas-stalinistas, Mayo de 1937 entre otros, o republicanos, Enero de 1933 entre otros) sino una lucha entre dos extremos, franquistas y republicanos, que hoy en día han alcanzado un clima de “paz social” gracias a una democracia con la que todos están contentos. Esta conciliación se plasma en el Pacto de la Moncloa, en el que tan sólo la clase política sale ganando, un Pacto de olvido y no sólo al franquismo, sino también para todas aquellas luchas de la clase obrera que habían conseguido una mejora en las condiciones sociales. Y es que los políticos de todo color supieron utilizar bien el franquismo, porque no hay mejor herramienta que el miedo para imponer la dominación. Mucho habrá que trabajar hasta que se ponga a la misma altura a Francisco Franco que a Felipe González o Santiago Carrillo (y sucesores).
Salud y Anarquía
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