SOBRE LA “TEORÍA DEL MAL MENOR” Y EL FRENTISMO

1.- Posiciones como la de preferir un Gobierno de izquierda, considerándolo como un mal menor, la de preconizar alianzas con otras fuerzas “antifascistas”, la de preconizar alianzas con los partidos de la izquierda contra los de la derecha, la de apoyar documentos de los oficiales del COPCON[1], etc, se han venido manifestando en los medios libertarios portugueses. Inclusive, algunos elementos de grupos libertarios participaron conjuntamente con grupos marxistas en una acción autoritaria que buscaba impedir la realización de un comicio partidista, atacando, por consiguiente, la libertad de asociación, de reunión y de expresión de pensamiento[2]. Posiciones de esta naturaleza son, para nosotros, extremadamente peligrosas. El frentismo, que se basa en la mayor parte de los casos en la “teoría del mal menor”, conduce inevitablemente a actitudes antianarquistas y lleva a la derrota de la Revolución Social, como prueban las experiencias de la Revolución rusa y la Revolución española.

No oponemos a la “teoría del mal menor” la “teoría de cuanto peor, mejor” ni afirmamos que no existan situaciones mejores o peores para llevar a cabo la lucha libertaria. Como de hecho la situación existente en la Alemania nazi es la que se vivía en todos los países de Europa en el período de la Segunda Guerra Mundial, período que sucedió a la derrota de la Revolución mundial, la situación era extremadamente difícil para la acción revolucionaria. Es, con certeza, mucho más difícil luchar en las condiciones existentes en Checoslovaquia y en Chile que en Francia. Una “liberación condicionada” en España hecha por el actual Gobierno, una apertura venida desde arriba para evitar una imposición venida desde abajo, puede tornar más difícil el desenvolvimiento de la lucha revolucionaria en este país. Existen hoy en España, aún bajo el franquismo, mejores condiciones para el movimiento libertario que en Chile, cuando Allende ordenó a las fuerzas armadas que desarmasen a les trabajadores y a los grupos extremistas. La situación que surgió en Rusia después de Febrero de 1917, caracterizada por la desagregación del aparato de Estado y de todo el edificio social del Imperio ruso, era lo que se puede llamar una óptima situación para realizar la Revolución total. La crisis de autoridad que se verificó en Portugal después del 25 de Abril era un factor extremadamente favorable al desenvolvimiento de la lucha revolucionaria[3]. Si, después del 25 de Abril, las fuerzas armadas, en vez de colocar en el Gobierno a elementos del PCP y del PS y de entregar el Ministerio de Trabajo Asalariado al PCP, hubieran adoptado una política de derecha, el movimiento operario de huelgas y ocupaciones no hubiera sido tan fácilmente atado y transformado en un movimiento político de apoyo a la lucha del MFA contra las fuerzas de la derecha. Sin los rompehuelgas del PCP instalados en la máquina estatal, hubiera sido más difícil para el Poder contener el movimiento popular y hubieran existido, por tanto, mejores condiciones para que surgiese una insurrección revolucionaria en Portugal.

Negándose, por consiguiente, la existencia de unas situaciones mejores que otras, de los ejemplos antes presentados, conclúyese que el resurgimiento de una buena situación no tiene nada que ver con alianzas de partidos de derecha o de izquierda ni con una acción que busca apenas evitar el mal peor, o crear una situación menos mala. No es a través de una lucha reformista, que busca apenas destruir ciertos aspectos “excesivos” de la actual sociedad (por ejemplo la represión fascista), lucha que la “teoría del mal menor” preconiza, como se crean situaciones más favorables para apoyar el combate revolucionario. El surgimiento de una situación propicia para desencadenar una Revolución Social es una consecuencia de una lucha revolucionaria anterior que se dirigía contra la totalidad de la actual sociedad autoritaria, jerárquica y capitalista[4].

Si, en general, un régimen fascista, de derecha o de izquierda, corresponde a una situación pésima para la lucha de les libertaries comparada con la situación existente en las democracias, tal situación no debe llevar a los anarquistas a centrar su acción en la lucha contra el fascismo: lucha por el derrumbamiento del fascismo y por la instauración de la democracia o lucha contra el peligro fascista y por la consolidación de un régimen democrático. Hay que analizar la relación existente entre los dos regímenes políticos y las relaciones existentes entre estos y el movimiento revolucionario. El fascismo es una necesidad de manutención del “orden social”, de opresión cuando la democracia no es capaz de mantener la paz social, esto es, cuando el juego político democrático, las elecciones y las luchas parlamentarias, no consiguen evitar la generalización de la guerra social. El fascismo es, por tanto, necesario al sistema social cuando en una democracia surge una situación revolucionaria y sólo se puede mantener si el movimiento revolucionario fuera aplastado, mostrando la experiencia histórica que son las fuerzas democráticas de derecha y de izquierda las que inician la represión de la Revolución. Un régimen democrático constituye una necesidad del actual sistema social si la situación sobre un régimen de naturaleza fascista se vuelve explosiva, si el régimen fascista deja de ser capaz de mantener a la gente oprimida, aterrorizada; mostrando la experiencia histórica que son les propies fascistas los que inician el proceso de liberación[5]. Cuando bajo el fascismo les oprimides pierden el miedo y se disponen a luchar hasta el fin, entonces, a esa altura, el Sistema tiene la necesidad de la mistificación democrática. Por tanto, se concluye que la democracia y el fascismo son dos aspectos de la represión de la sociedad autoritaria y que se generan mutuamente, siendo la represión democrática la que inicia el aplastamiento del movimiento revolucionario y prepara, por consiguiente, las condiciones para la implantación del fascismo.

Variadísimos ejemplos prueban que es la democracia la que inicia la represión y prepara el fascismo. Fue el aplastamiento de la revolución obrera de 1918 por el Gobierno socialdemócrata alemán quien abrió las puertas a Hitler. Reprimides brutalmente por el Estado democrático, traicionades por sus partidos, desilusionades con la lucha, colocades en una situación económica desesperada, y habituades a que la “élite revolucionaria” pensase por elles, gran parte de la clase trabajadora del Partido Social-Demócrata y del Partido Comunista Alemán se inscribieron en el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes de Adolf Hitler. Lo mismo aconteció en Italia, donde también el aplastamiento de la lucha revolucionaria surgida después de la Primera Guerra Mundial creó las condiciones que llevaron a una buena parte de les trabajadores a apoyar al partido fascista del socialista Mussolini. La represión del Gobierno socialista-republicano encabezada por el Sr. Azaña, presidente de la República española, ejercida sobre las insurrecciones comunistas libertarias de les campesines españoles[6] y, sobre todo, la represión efectuada por la democracia española en la insurrección de Asturias de 1934 constituirían una especie de ensayos del levantamiento militar fascista. Durante la Guerra Civil española, fue el aplastamiento de la Revolución Social efectuado por las fuerzas republicanas, en las que se incluían el Partido Socialista y el Partido Comunista, lo que permitió la victoria franquista. Es significativo que Barcelona, uno de los grandes baluartes de la Revolución española, no ofreció prácticamente resistencia alguna a la entrada del ejército nacionalista. De hecho, no hubo resistencia porque el ejército republicano, dirigido por el PCE, ya había aniquilado por las espaldas, después de las jornadas de Mayo de 1937, la lucha de les trabajadores de esta ciudad[7]. El desarmamiento de les trabajadores chilenes, decretado por el socialista Allende, creó las condiciones necesarias para que el golpe de Pinochet fuera un éxito. Hay que subrayar que Pinochet era uno de los generales en los que el Gobierno del Frente Popular Chileno depositaba confianza. Para hacer frente a la gran agitación obrera que había en Portugal durante la Primera República, varias fuerzas democráticas, entre las que había un sector de la masonería[8], realizarán el célebre golpe del 28 de Mayo[9]. Fueron les propies republicanes quienes entregaron el poder a Antonio de Oliveira Salazar. También en España, una parte de la masonería, participó en el golpe militar de Franco. Generales franquistas como Caballenas o Queipo de Llano eran masones. En cualquier circunstancia, luchar por la democracia es luchar por la paz social, oponerse al movimiento revolucionario, siendo la lucha democrática contra el regreso del fascismo un camino que conduce inevitablemente al fascismo, por muy extraño que parezca. La lucha defensiva por la democracia y contra el fascismo, lucha por el “mal menor”, busca impedir el desenvolvimiento de la lucha ofensiva revolucionaria, la única capaz de enterrar definitivamente el fascismo y todas las otras formas de gobierno del hombre por el hombre. En oposición al fascismo y a la democracia, diferentes medios de combatir la Revolución Social, nosotros preferimos la crisis de la autoridad, que sólo puede ser provocada por la lucha revolucionaria. El surgimiento de una situación favorable a la lucha libertaria está ligado al debilitamiento del Estado, a la crisis de autoridad, y no a la consolidación de las instituciones democráticas, como puede ser un gobierno de izquierdas o una Constitución política progresista. Todas las instituciones y todas las leyes, incluidas las democráticas y progresistas, tienen siempre la función de restringir la libertad de los individuos, de impedir la lucha libertaria, a pesar de que, a veces, reflejen ciertas conquistas que los oprimidos obtuvieron a través de la lucha revolucionaria.

Particularmente, sobre la preferencia por el gobierno de izquierda manifestada por algunes libertaries, hemos de decir lo siguiente: la formación de un gobierno de izquierda o gobierno de Frente Popular, gobierno que tiene ministres socialistas y del PC, aunque no corresponda a los intereses de ciertos sectores de la burguesía y de otras clases sociales privilegiadas, constituye uno de los últimos recursos del actual sistema social cuando es colocado ante una amenaza inminente de un levantamiento popular revolucionario y constituye un gobierno de transición para el fascismo, blanco o rojo. La naturaleza de la actuación de los frentes populares español, francés y chileno y sus consecuencias son una demostración de la exactitud de nuestra posición. Evidentemente, cuando surge una crisis general en el Sistema que hace posible la eclosión de una Revolución Social, la actual sociedad tiene necesidad de ministres socialistas y comunistas; de ministres sobre les cuales les trabajadores aún tienen ilusiones. En las situaciones de gran conmoción social, sólo los gobiernos de izquierda con programas de construcción del socialismo por etapas, pueden conseguir paralizar la lucha revolucionaria y provocar divisiones en el seno de las clases sociales oprimidas. Después de concluida la primera fase, la del gobierno de izquierdas, se sucede la fase de las GESTAPO o las Tchecas.

Es lamentable que algunes compañeres aún no hayan sacado las debidas conclusiones de las experiencias históricas y estén dispuestes a cometer los mismos errores. Cuando algunes compañeres afirman preferir un gobierno de izquierda, como mal menor, por mucho que sea tal izquierda, están asumiendo una posición idéntica a aquella que, en España, abrió la puerta a la desastrosa alianza de les libertaries con les marxistas y demás fuerzas del Frente Popular. Para nosotros, constituyó un primer paso en la colaboración con el Poder y el germen de la derrota de la Revolución española el hecho de que la mayoría de les trabajadores libertaries de la CNT y una buena parte de la FAI, en vez de mantenerse al margen de la política y continuar con su lucha en el terreno social, resolvieran votar y apelar al voto, directa e indirectamente, en el Frente Popular; permitiendo a éste ganar las elecciones. Iniciando con este hecho, en la práctica, su alianza con las demás fuerzas “antifascistas” y permitiendo la victoria de les bomberes del Frente Popular, el Movimiento Libertario español facilitó la ofensiva militar fascista y posibilitó la aplicación de la célebre política: “primero derrotar al fascismo y, después, hacer la Revolución”, o sea, primero aplastar la Revolución[10] y, después, negociar con las fuerzas nacionalistas y con las potencias extranjeras hasta la victoria de Franco. Ahora bien, la posición de les anarquistas nunca debía haber sido la de apoyar a uno de los lados: el Frente Popular, o mal menor, o al frente nacional, o llamado peor mal. En nuestra opinión, la actitud anarquista era la de haber continuado al margen de la política, o sea, en el camino de la lucha social.

2.- Nosotros pensamos que el rechazo de toda y cualquier alianza con los partidos y organizaciones políticas está de acuerdo con un principio fundamental del anarquismo, el principio de la coherencia entre los fines y los medios, y significa que nosotros tenemos un campo específico de acción. Nosotros luchamos en el terreno social, buscando destruir la totalidad de la vida cotidiana sobre las actuales condiciones sociales represivas, en cuanto que los partidos políticos luchan por la conquista del poder con el fin de reformar, o sea mejorar, el actual “orden” de opresión. Entre aquelles que buscan, al fin y al cabo, reforzar el actual “orden” social de opresión y les que luchan por el orden anarquista, entre aquelles que luchan por una u otra forma de Gobierno del hombre por el hombre y les que luchan por la administración de las cosas por la asociación libre de los hombres libres e iguales, no hay alianza posible. Nuestros fines y nuestros medios libertarios están en oposición total con los fines y medios autoritarios de les polítiques. Participar en frentes con las organizaciones políticas es colaborar con el Poder, en vez de con el combate, pues los partidos, en el gobierno o en la oposición, son siempre ruedas del carro del Estado. En síntesis, participar en frentes es pensar que la Anarquía se alcanza con actitudes antianarquistas.

En el Gobierno o en la oposición, los partidos políticos son estructuras de poder, esto es, son parte integrante de la sociedad organizada sobre la forma del Estado. El Estado, el Poder, además de no ser la superestructura de la sociedad, no se reduce a lo que se puede designar aparato estatal: la máquina burocrática, los órganos legislativos, la máquina judicial, las fuerzas militares y militarizadas y el Gobierno. Todos los aspectos de la vida social, la actividad productiva, la vida familiar, la enseñanza, etc, se asientan en formas de poder, siendo el aparato estatal apenas una parte indisociable de la organización social autoritaria, jerárquica y explotadora. Como nosotros no pretendemos destruir sólo el aparato estatal, sino además acabar con todas las formas de dominación del hombre por el hombre, no podemos aliarnos en ninguna circunstancia a una Organización en la cual se ejecuta la división dirigentes/ejecutores; esto es, una Organización que es una estructura de poder. Siendo estructuras de poder, los partidos políticos sólo pueden desenvolver una acción que va en el sentido del refuerzo del principio de autoridad, exactamente aquello que nosotros pretendemos suprimir. Algunos acontecimientos ocurridos en Portugal después del 25 de Abril constituyen una prueba de que los partidos políticos, en el Gobierno o en la oposición, son siempre las ruedas del carro del Estado. Habiendo surgido un proceso de desagregación en toda la máquina estatal portuguesa, lo que llevó a las fuerzas policiales y militares a ser impotentes para imponer el respeto a la autoridad y mantener la disciplina social, fueron partidos como el PCP, en la oposición a partir del sexto Gobierno, la UDP, la FUR, etc, los que consiguieron mantener, todavía, algún “orden” y los que permitieran la recomposición del aparato estatal. Oponiéndose a la indisciplina que reinaba en los cuarteles a través de la acción de les oficiales milicianes, que defendían la disciplina proletaria, o democrática y popular, transformando las organizaciones populares (Comisiones de moradores, Consejos de Trabajadores, etc) en estructuras de poder y apoyo a las fuerzas armadas y desviando a amplios sectores del proletariado del campo de las luchas sociales a las manifestaciones políticas de apoyo a los oficiales progresistas, los partidos políticos que se autodenominaban revolucionarios impidieron la eclosión de la Revolución Social, dividieron a les trabajadores y crearon las condiciones para la represión. Por detrás del espectáculo “revolucionario” que protagonizaron, por detrás de las luchas simbólicas, los partidos de la izquierda y de la llamada extrema-izquierda con su lema “les trabajadores apoyan al MFA y el MFA apoya a les trabajadores”, atraerán a algunos de los sectores más combativos del proletariado al carro del Estado. Después del 25 de Abril, se verificó que los partidos de la oposición pueden sustituir la máquina estatal cuando ésta se atasca.

Tampoco la Revolución Social, igualitaria y libertaria tiene nada que ver con aquelles que luchan por el poder de los Soviets, la dictadura anti-estatal de los consejos obreros, como dicen ridículamente les situacionistas, en oposición a la dictadura del partido. Sobre el poder de les Soviets o de los consejos obreros nosotros tenemos que decir que transformar órganos de lucha y embriones de la futura organización social en estructuras de Gobierno es vaciar esos órganos de su contenido revolucionario, transformando la democracia directa en una especie de adorno. Fue, además, lo que pasó en Rusia. Luchando por la constitución de comunas autónomas y libertarias, asociaciones libres de individuos libres e iguales, donde, por tanto, no hay lugar para la función de gobernar a los hombres, estamos contra cualquier dictadura de una clase, tampoco es nuestro objetivo la ilusoria autogestión del poder. En conclusión, nosotros sólo aceptamos la unidad de les anarquistas con militantes de partidos políticos en el seno de organizaciones populares de democracia directa para acciones revolucionarias. Como es obvio, esto es totalmente distinto a hacer alianzas o acuerdos con las cúpulas partidarias para alcanzar “fines comunes”. Para nosotros, esos “fines comunes” son pura ficción.

3.- Sobre el frentismo en España es importante aún tocar ciertos aspectos. Hoy, algunos elementos libertarios españoles que desempeñaron cargos gubernamentales y otras funciones estatales se critican, afirmando que fue un error el que la CNT participara en el Gobierno republicano. Nosotros consideramos que la referida autocrítica es incompleta, pues la participación en el Gobierno fantoche republicano, así como la aceptación de la militarización de las milicias, fueron corolarios lógicos de la participación de les anarquistas en el frente antifascista. La participación de la CNT en el Gobierno, con lo que los partidos esperaban obtener la pasividad total de les trabajadores que pasaron entonces a estar “representades” en el órgano máximo del poder central, es apenas uno de los aspectos de la colaboración de les libertaries con el frente popular, o sea con el Poder. La participación de libertaries en el ejercicio del poder ya se verifica cuando en Cataluña se crea el Comité de las Milicias Antifascistas y cuando se participa conjuntamente con elementos del frente popular en las autarquías locales. Por tanto, lo que es necesario es reconocer el carácter antianarquista de la “teoría del mal menor” y las alianzas con les autoritaries, no limitarse a rechazar sus consecuencias lógicas.

Nuestra crítica de los errores cometidos por les libertaries españoles en el período de la Guerra Civil no tiene nada en común con las críticas hechas por ciertes marxistas: situacionistas, ultraizquierda, marxistas del “movimiento comunista”, sociólogos del “movimiento real”, etc. Nuestra crítica busca probar la exactitud de las ideas anarquistas y no pretende atacar a les trabajadores libertaries españoles, que se enfrentaron con un coraje y una pasión extraordinaria contra todas las fuerzas contrarrevolucionarias mundiales en condiciones dificilísimas; la crítica de les situacionistas y de otres teóriques marxistas, asentadas en una descarada falsificación de los acontecimientos ocurridos en España, busca atacar al anarquismo y calumniar a les libertaries. Una de las falsificaciones que les señores teóriques de las luchas que otros hacen es la de separar la acción revolucionaria de les trabajadores españoles de la acción de les anarquistas, reduciendo ésta a su participación en el frente antifascista. Tanto el movimiento revolucionario español que eclosionó en 1936, uno de los mayores acontecimientos revolucionarios en la historia del hombre, como las luchas revolucionarias de les campesines y obreres que precedieron a aquella época y la prepararon, las insurrecciones campesinas de Andalucía de fines del siglo XIX y principios del XX, las huelgas generales y las insurrecciones obreras y campesinas que tuvieron lugar en casi todos los años desde 1931 hasta 1936, etc, eran un movimiento fundamentalmente anarquista, de trabajadores que en su mayoría pertenecían a organizaciones libertarias y que luchaban conscientemente por una sociedad igualitaria y libertaria. La CNT y los grupos específicamente anarquistas estuvieron asociados a todas las grandes luchas revolucionarias que tuvieron lugar en España desde finales del siglo XIX hasta el final de la Guerra Civil. Las insurrecciones de les campesines andaluces que buscaban la implantación del comunismo libertario fueron desencadenadas por trabajadores anarquistas, las colectividades de Aragón, Levante y de Castilla fueron creación de campesines afiliades a la CNT y pertenecientes a los Grupos de la FAI, habiendo desempeñado un papel importante en el movimiento aragonés la Columna de Hierro[11], el movimiento de ocupación de las fábricas en 1939 en Cataluña y otras regiones fue obra de la CNT, etc, etc. En 1936, la abrumadora mayoría de les trabajadores españoles, obreres y campesines, estaban organizados en las dos grandes organizaciones sindicales, la UGT y la CNT, agrupando ésta a las clases más explotadas, las más miserables y las más combativas. No hubo en España las tales “luchas espontáneas” de trabajadores inconscientes, desorganizades y coaccionades a actuar por la acumulación del capital, como gustarían les sociólogues marxistas simpatizantes del “movimiento real” o del “movimiento comunista”. Efectivamente, el levantamiento popular de 1936 en España fue una Revolución Anarquista, completamente extraña al marxismo, desencadenada y avivada por trabajadores que en su gran mayoría pertenecían a Organizaciones libertarias. Negar este hecho es pura charlatanería.

A pesar de todas las limitaciones y de los errores cometidos, el movimiento revolucionario ocurrido en España en la época que terminó con la Guerra Civil constituye una prueba del contenido revolucionario de las ideas anarquistas y de la capacidad revolucionaria del movimiento anarquista.

Por otro lado, hay que matizar que la colaboración con las demás “fuerzas antifascistas”, la participación en las elecciones, la participación en el Gobierno, etc, no fue obra exclusiva de ciertas “figuras” bastante conocidas del anarquismo español. Fue la mayoría de les trabadores quienes formaron el frente antifascista. Aunque esto no se añada con la imagen mítica que les marxistas “espontaneístas” tienen de les trabajadores, fue exactamente eso lo que pasó. La crítica a hacer a determinadas “figuras” muy conocidas del anarquismo español, que desempeñaron contradictoriamente funciones estatales, es la de haber tomado la posición democrática de someterse a la mayoría, en vez de remar contra corriente. De esta forma, no se puede presentar la lucha de les trabajadores españoles en 1936 como un ejemplo revolucionario y atacar al anarquismo, como hacen les situacionistas y sociólogues marxistas antes referides[12].

Hay que comprender lo determinante de la actitud errada de muches trabajadores libertaries españoles. Éstes no eran movidos por la conquista del poder político, ni su actitud deriva de sus “concepciones apolíticas”, como afirman varios marxistas. Estando el Movimiento Libertario español desolado, pues la Revolución Social en Europa iniciada en 1917 había sido aplastada, y en España el panorama se estaba convirtiendo en una arena de lucha entre las grandes potencias, muches libertaries españoles concluirían que la Revolución Social eclosionada en España no podía vencer a todas las fuerzas que le eran adversas (franquistas, frente popular y el capital internacional) y alargarse a otros países. De acuerdo con esta conclusión, pensarán que la victoria del frente popular sobre Franco podría asegurar la manutención de ciertas conquistas de la Revolución y crear una situación más propicia para el desenvolvimiento posterior del movimiento revolucionario (la lucha por el “mal menor”). Sin embargo, ¿como se concretó la alianza antifascista de les anarquistas con el Frente Popular?

En cuanto a les anarquistas, preocupades en no facilitar la acción militar de Franco, iban haciendo concesiones para evitar luchas en el seno del campo “antifascista”, las fuerzas del frente popular, prácticamente los estalinistas, comprobando que les anarquistas querían evitar las divisiones en el campo “antifascista” y no teniendo escrúpulos en hacerle el juego a Franco, pues temían más a la Revolución que al fascismo,, no dudaron en atacar a les libertaries y destruir las realizaciones revolucionarias. Una brigada comandada por el comunista Lister aplastó las colectividades aragonesas; fuerzas del ejército republicano, bien suministradas de buenas armas rusas atacaron las colectividades levantinas, millares de libertaries fueron asesinades y metides en la cárcel por agentes de la policía rusa, etc, etc. No queriendo luchar en dos frentes, la Revolución libertaria fue aplastada a traición por su “aliado”, lo que creó las condiciones de la victoria franquista. Fue un error pensar que la alianza con el Frente Popular era necesaria para hacer avanzar la Revolución Social o que se podría crear en el futuro una situación más favorable para la continuación del combate en caso de que les republicanes venciesen a Franco. Del campo de acción del frente “antifascista” sólo podía salir una dictadura terrorista sobre los trabajadores: la franquista o la del Partido Comunista Español. La única fuerza capaz de vencer al fascismo, al de Franco o al de les estalinistas, sólo podía ser la fuerza de la Revolución Social. No era la lucha republicana “antifascista”, sino la Revolución Social, la que podría generar la tan necesaria solidaridad de les trabajadores de otros países e impulsar la lucha de les trabajadores de las zonas ocupadas por Franco. Si se desencadenó la guerra civil dentro de la guerra civil, tenía que haberse evitado, por lo menos, la confusión y la desmoralización que se registró, pudiendo la lucha haber continuado en condiciones mucho mejores después de la victoria militar franquista. La guerra civil dentro de la Guerra Civil, tan temida por muches libertaries, habría conseguido, por lo menos, echar abajo el mito bolchevique. Nosotros pensamos que les bolcheviques, y demás grupos marxistas, continuaron el sabotaje al movimiento revolucionario en cuanto no fueron colocades en su debida posición: la de les enemigues más feroces de la Revolución Social, la de instrumentos de contrarrevolución y no la de traidores a la Revolución. Sólo considerándoles como parte integrante del movimiento revolucionario o como aliados de les revolucionaries, les marxistas pueden desempeñar su función contrarrevolucionaria. Aliándonos con elles estamos impidiendo su indispensable desenmascaramiento.

NOTA FINAL

Con este artículo tenemos dos finalidades: la de evitar que en el futuro se repitan los errores cometidos en España y la de contribuir al resurgimiento de un movimiento anarquista portugués capaz de desencadenar la Revolución en Portugal. En un momento en que el Movimiento Libertario aún es débil, consideramos un serio obstáculo al trabajo anarquista que no se acentúe lo que nos separa de todos los partidos políticos, o sea, que no se muestre que el anarquismo es el único movimiento que busca destruir completamente la actual sociedad de opresión. Ahora, las posiciones que fueron objeto de crítica en este artículo no contribuyen en nada, antes lo contrario, para diferenciarnos de todos los defensores de este viejo mundo. Por consiguiente, no tenemos la pretensión de atacar a alguien en concreto y mucho menos poner en duda las intenciones de cualquier compañere. Como en el seno del movimiento anarquista, movimiento de hombres libres, no hay una autoridad teórica ni existe el centralismo democrático, es natural que cualquier grupo presente públicamente sus opiniones particulares sobre las más diferentes cuestiones.

João Lopes

Traducido de “Acção Directa”, Mayo de 1976

[1] COPCON: “Comando Operacional do Continente”, estructura de comando militar para Portugal (encuadrado en el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas) creada por el MFA (Movimiento de Fuerzas Armadas) en el período que siguió a la Revolución de 25 de Abril de 1974 y extinto tras el 25 de Noviembre de 1975. N. del T.

[2] Nosotros estamos en contra de todas las restricciones de libertad, esto es desde las impuestas por las fuerzas fascistas de derecha o de izquierda, ya que derivan en la llamada legalidad democrática. A las ideas reaccionarias nosotros oponemos las ideas libertarias. Por eso preconizamos el uso de la violencia para plantar cara a la represión que busca restringir nuestra libertad e impedir el proceso de liberación de los oprimidos. Tenemos un sentido crítico del empleo de la violencia.

[3] La crisis de autoridad que siguió inmediatamente al golpe militar fue el resultado de una lucha popular que surgió el propio día 25 de Abril, a pesar de las llamadas en contra de los militares, y sobretodo del movimiento de huelgas que surgió después del 1º de Mayo . El movimiento popular que surgió después del 25 de Abril e inseparablemente de la importante carencia de huelgas iniciada a finales de 1973 y que se prolongó al año 1974, carencia esa que no podía dejar de provocar una ruptura en la sociedad portuguesa, considerando la grave crisis económica que el país atravesaba en ese momento y el problema de las guerras coloniales. El golpe militar fue una consecuencia de la lucha popular, siendo su objetivo impedir que esta provocase una situación revolucionaria.

[4] Véanse las luchas que precedieron a la Revolución rusa de 1917 y a la española de 1936.
[5] Es sabido que la mayor parte de las figuras que realizaron el golpe militar del 25 de Abril eran figuras comprometidísimas con el régimen anterior, habiendo ocupado lugares clave en la máquina estatal, y fueron grandes responsables de las guerras coloniales. Véase también, las posiciones de ciertas figuras importantes del régimen franquista en la actualidad
[6] Cuando se fortalece la revuelta libertaria de los campesinos de Casas Viejas, el Sr. Azaña da la siguiente orden a la Guardia Civil: “No quiero heridos ni prisioneros, disparen a matar”.

[7] Cuando el ejército de Franco se preparaba para entrar en Barcelona, en un momento en el que reinaba en los medios obreros catalanes una gran desmoralización y se asistía a un a desbandada de las fuerzas del ejército republicano, los estalinistas liberaron a miles de trabajadores anarquistas que estaban en la cárcel para que lucharan contra los nacionalistas. Por lo visto, el ejército estalinista y las demás fuerzas del Frente Popular, pequeña y mediana burguesía, no estaban dispuestos a combatir contra Franco.
[8] Por ejemplo, el Mariscal Carmona era masón.
[9] El Golpe de 28 de Mayo de 1926, fue un pronunciamiento militar de cariz nacionalista y antiparlamentario que puso fin a la Primera República Portuguesa, conllevando la implantación de la autodenominada Dictadura Nacional, después transformada, tras la aprobación de la Constitución de 1933, en el Estado Nuevo, régimen que se mantuvo hasta la Revolución de los Claveles, 25 de Abril de 1974. N. del T.
[10] Como había surgido en España una Revolución Social y no pudiendo ser decretado el fin de una Revolución por ninguna Organización, para que la política de “primero derrotar al fascismo” fuese aplicada era necesario aplastar la lucha revolucionaria. Fue lo que hicieron los republicanos encabezados por los agentes del Kremlin.
[11] Gaston Leval, en su libro Las Colectividades Libertarias en España, prueba de una manera irrefutable que las colectividades de Aragón, Levante y Castilla fueron una creación del movimiento anarquista español. Gaston Leval muestra cómo fueron los grupos anarquistas y los Sindicatos de la CNT los que en las diversas aldeas de las referidas regiones desencadenaron el proceso revolucionario. Leyendo las Actas y las decisiones de las reuniones y Congresos efectuados por los campesinos, documentos insertos en el libro de Gaston Leval, se verifica la influencia de los anarquistas en este grandioso movimiento revolucionario.
[12] Atacando, simultáneamente, a leninistas y anarquistas, los situacionistas y otros marxistas antes referidos tienen la costumbre de presentar como ejemplos revolucionarios luchas hechas por los anarquistas: las luchas de los trabajadores anarquistas españoles, el movimiento insurrecional de los campesinos ucranianos durante la Revolución rusa, etc. Esto es ridículo. Particularmente, los situacionistas elogian mucho la acción llevada a cabo por la Columna de Hierro y por el trabajador anarquista Durruti. Nosotros preguntamos, ¿qué tiene que ver la Columna de hierro o Durruti con el marxismo y la Internacional Situacionista?
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