Llegó la hora


Se asiste hoy a una serie de despidos y de falacias de las empresas como no se recuerda. Los trabajadores portugueses o bien fueron privados de su único medio de supervivencia, su salario, o bien viven bajo la amenaza del desempleo. Paralelamente a esto, las instituciones de crédito, la alta finanza y las mafias que viven de los llamados negocios sucios (tráfico ilegal de armas, drogas, etc…) obtienen lucros cada vez más voluminosos. La “crisis capitalista” es, en el fondo, una crisis para los trabajadores y para alguna parte de las clases intermedias (pequeños agricultores, pequeños industriales y otros grupos de la pequeña y mediana burguesía que viven exclusivamente del mercado interno).

Cualquier gobierno, cualquier oposición procura escamotear la causa profunda de esta “crisis” y el papel que de hecho desempeñan en este proceso de aniquilamiento de de las estructuras productivas, del agravamiento de las condiciones de vida de la clase trabajadora y de la concentración de capital. En cuanto a la oposición, explica la “crisis” por los errores de los ministros de economía y por la política económica y financiera del gobierno; este dice que la “crisis” se debe únicamente a causas externas, como si la economía portuguesa no fuese parte integrante del sistema capitalista mundial. Cualquier oposición democrática, cuyo objetivo es derribar el gobierno, para dirigir los intereses capitalistas, cuya función es asegurar que esta “crisis” sea un medio de fortalecimiento de los grandes grupos económico-financieros y de subyugación total de la clase trabajadora, omiten que la causa profunda de la grave situación económica reside en el propio mecanismo de funcionamiento de la economía capitalista o de mercado.

En realidad, esta profunda “crisis” es una consecuencia lógica e inevitable de una economía que, movida por el lucro, utiliza los avances de la ciencia y de la tecnología como medios de reducción de los costes, como la reducción de personal, y no como medio para el aumento de la riqueza. Basándose en la valorización creciente de los capitales investidos, pero no pudiendo impedir la desvalorización de las mercancías que origina el desenvolvimiento científico-tecnológico, no pudiendo, por consiguiente, impedir la creación de las condiciones de abundancia, esta economía sólo se puede mantener a través de políticas de reducción de producción, de las destrucciones inherentes al consumo de la mercancía bélica y del desempleo. Este, restringido a los mercados nacionales, origina la agudización de la competencia económica mundial, que ya provocó dos grandes guerras intercapitalistas.

En esta situación de “crisis”, los gobiernos europeos a través de la promoción de la llamada concertación social, del fomento del nacionalismo y del racismo, de la desinformación de los mass media y de una creciente represión de las revueltas que eclosionan espontáneamente, busca impedir que las clases sociales pobres y explotadas, autoorganizándose, o mejor, asociándose libre y solidariamente, se decidan a defender por sí mismas sus intereses económico-sociales y, consecuentemente, pongan en causa al Estado democrático-capitalista. Idéntica función tienen el partido socialista o el partido comunista, como muestra el hecho de pretender canalizar el descontento y las revueltas populares al terreno de las luchas electorales, en las cuales los trabajadores se limitan a “asignar cheques en blanco”, esto es, a votar en los diferentes gestores del capitalismo.

Para nosotres, el aspecto más grave de esta situación de “crisis” es la manifiesta impotencia de les trabajadores, su incapacidad de contrariar la concretización de los planos represivos del gobierno y de la patronal. Esto se explica por sus ilusiones electoralistas y, sobre todo, por su encuadramiento sindical. Integrados en sindicatos que participan en la “concertación social”, que son, por tanto, meros parásitos sociales, cuyas burocracias dirigentes, para mantener su dominio sobre las masas sindicalizadas y para impedir que la acción sindical sobrepase los límites de la democracia, se recusan de recurrir al arma de la solidaridad; los trabajadores asisten, de este modo, impotentes a la progresiva degradación de sus condiciones de vida.

Así, pensamos que nosotres, trabajadores, debemos procurar dar un rumbo totalmente diferente a nuestra lucha, y recurrir a medios de acción completamente distintos. Pensamos que ya es tiempo de pasarnos a intervenir directamente, sin intermediarios de cualquier tipo, en la organización y en la conducción de nuestras luchas. Pensamos que llegó la hora de los trabajadores más conscientes y combativos crearan, por sí mismes, una unión federativa, esto es, libre y solidaria, de grupos locales y autónomos de acción directa, de grupos anarcosindicalistas. Pensamos que llegó la hora de comenzarnos a preparar, sin interferencias exteriores de cualquier género, para una contraofensiva revolucionaria que culmine en la Huelga general insurrecional.
NO A LAS ELECCIONES

SÍ A LA ACCIÓN DIRECTA INSURGENTE

SÍ A LA INSURRECCIÓN POPULAR

SÍ A LA REVOLUCIÓN SOCIAL
Grupo Anarquista “Acção Directa” (FAI)
23 de Octubre de 1993
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