CNT, colaboración y apertura

En el "Llamamiento de la CNT al Movimiento Libertario" redactado por el SP del Comité Nacional y editado como material argumental para la campaña "en defensa de las siglas" acordado por la Organización frente al agresionismo a la CNT y frente a la escisión como parte de este agresionismo, se decía: "lo que une a las diferentes ramas del Movimiento Libertario es, sin duda, la comunidad de Principios, Tácticas y Finalidades. Partimos todes de la afirmación de la libertad como valor irrenunciable y, por ello, como principio de funcionamiento interno y como horizonte social a conseguir, nos dotamos de la autonomía y del federalismo, como fundamentos organizativos, y nos expresamos hacia el entorno social por medio de la acción directa. Todos orientamos nuestro camino y nuestra marcha hacia el comunismo libertario. Con esta comunidad de principios, Tácticas y Finalidades, nos diversificamos en la acción, primero, en la composición mixta o específica y, segundo, según el frente de acción que ocupemos. Pero a nadie se le escapa este carácter unitario profundo del Movimiento Libertario".

Por otro lado, en el V Congreso, se adopta en el punto relaciones de la CNT con otras Organizaciones u Organismos, un acuerdo vigente todavía, una parte del cual reza así: "Los acuerdos de los Sindicatos reflejan que la CNT debe mantener relaciones franternales y solidarias con todos los grupos y movimientos libertarios, ahora bien, marcan preferentemente las relaciones de la CNT con la FIJL y la FAI, en base a argumentaciones de diferente cariz que van desde el patrimonio común hasta raazones de proyección histórica. Un criterio común a todos se expresa en el sentido de que quede bien claro la absoluta independencia con cualquier de las citadas u otras Organizaciones".

Queda todo bien claro: necesidad de colaboración y relación fraterna con todos los grupos y movimientos libertarios, con las prioridades y preferencias marcadas. Esto por un lado. Por otro lado, absoluta independencia respecto de cualquiera Organización. La CNT es una Organización adulta, independiente, completa en el que cometido que ella se asigna a sí misma, lo mismo que el resto de las Organizaciones del Movimiento Libertario, que es el real englobante de todas ellas. Estas Organizaciones deben tener, cada una de ellas, un campo de acción predominante que es justamente el que las diferencia en razón de su especificidad. Considerar, pues, que una parte es, a la vez que parte, englobante y todo, es una contradicción en sí misma.

Precisamente, en razón de la compaginación de cometidos, los miembros de estas Organizaciones pueden conciliar su acción militante en más de un campo o estructura, pero adaptando en cada caso y estrictamente, su actuación al campo específico y a la estructura donde en cada momento milita. Es así como todas las Organizaciones libertarias son en sí Organizaciones de iguales. La colaboración es pues implícita y general, en cuanto que la comunidad de Principios, Tácticas y Finalidades no pueden dejar de conducir al mismo objetivo conjunto y, por otro lado, es libre, decidida y acordada puntualmente en cada caso.

De esta manera, la estructura del Movimiento Libertario, como respuesta totalizante al conjunto social y al devenir histórico, remeda la estructura del cuadro gótico. Éste, en su conjunto, pretende ser una crónica dinámica de la realidad. Cada parte en él es autónoma y significante por sí misma, de forma que la suma o yuxtaposición de esa serie de significados autónomos ofrecen otra significación sobreañadida y conjunta, concretada por el hecho de que las partes que lo componen son en sí coordinables. Lo libertario está pues definido por el principio de la coordinación.

En el cuadro renacentista, en cambio, se parte de la privilegiación de una parte determinada del mismo que se convierte en centro de significación subordinante del resto de las partes, las cuales carecen así de significación propia y autónoma, como no sea la que se deriva de esa condición instrumental y subsidiaria, sólo visible en la significación conjunta del centro multipotenciado por el conjunto. El principio pues que rige el cuadro renacentista es el de la subordinación al centro, que ejerce sobre el resto de su autoridad significante. Este tipo de cuadro sería pues el remedo de las Organizaciones autoritarias.

Con respecto a la relación de la CNT con otras Organizaciones, organismo o estamentos, dice el referido acuerdo del V Congreso: "En cuanto a la relación con otros organismos, de una forma también mayoritaria, los acuerdos de los Sindicatos muestran su voluntad de colaborar con otras Organizaciones y organismos siempre que sea, en casos concretos y puntuales, sin renunciar por ello a nuestros Principios y Tácticas".

He aquí el marco en el que, confederalmente, debe encuadrarse lo que podría denominarse apertura de la CNT. Y en todo lo que se desprende del punto citado del V Congreso transparece la descalificación confederal de dos posturas antagónicas, pero igualmente dañinas a la Confederación, a saber: por un lado, la de aquellos que, generalmente desde el exterior de la CNT pero también desde algunas zonas interiores, defienden y propugnan una "apertura" de la CNT, que, como una herida abierta, pueda ser la puerta de entrada por donde, envueltos en determinados edulcorantes libertarios, penetren en el seno de la Organización los virus del reformismo destructor. Se trata pues de una postura previamente interesada que, si tiene buena intención, cree, en conciencia, que el radicalismo ideológico de la CNT es malo y que mejoraría grandemente con una actitud de relajamiento y de absorción de ideas impregnadas de cierta comprensión liberal para con el especulacionismo intelectual burgués; o, si tiene mala intención, espera que los nuevos ingredientes entrados por esa puerta abierta hayan de operar como destructivo caballo de Troya en el interior de la Organización.

La postura antípoda de la anterior, e igualmente dañina en sus consecuencias, es la postura hermetista: a saber, la postura que propugna la cerrazón a cal y canto al exterior por ver en cualquier aire de fuera un peligro mortal para la CNT: es la actitud constantemente asaltada por la suspicacia y por la sospecha, en la que el defensivismo sistemático, precisamente en razón de su sistematicidad, conduce al hermetismo, a la repetición estéril, al aislacionismo, al anquilosamiento. Esta actitud puede tener, y frecuentemente lo tiene, un origen noble y real: la necesidad de defender a la Organización frente a un entorno en permanente situación de agresividad respecto de la misma. Se convierte, sin embargo, en enfermizo cuando pierde el sentido de la realidad y solamente actúa mediada por el temor. Otras veces, esta actitud presenta rasgos más degenerativos, y es cuando parte de la afirmación absoluta de que nadie puede enseñarnos nada. Que no puede haber experiencia honesta y lúcida que se nos escape, y que, en cambio, pueda ser captada desde ámbitos exteriores a nosotres. Es ésta la postura que patentiza una natural inclinación hacia el dogmatismo.

La postura realmente correcta que puede proponerse desde dentro y fuera de la CNT, en cuanto a las relaciones con el exterior de ésta y hasta del Movimiento Libertario, se desprende claramente también del acuerdo citado más arriba: "Estas ideas (libertarias y anarquistas), en constante evolución, no son patrimonio de nada ni de nadie, como no sean de la propia naturaleza y de los seres vivos; se concretan cada vez más...". He aquí una concepción dinámica y abierta. Abierta desde luego a todos los desarrollos y matices de idea que dimanen de los principios anarquistas siempre que sean tales y no mistificaciones construídas que, por el contraste de la práctica, se demuestren como pura ideología encubridora de un reformismo burgués vergonzante. Y, en casos más externos, colaboración, desde luego, "con otras Organizaciones y organismos siempre que sea en casos concretos, a nivel de base, y en beneficio de la clase trabajadora, sin renunciar por ello a nuestros Principios y Tácticas".

He aquí el marco de colaboración y de apertura de la CNT.

José Luis García Rúa, CNT, nº 98, julio-agosto 1988
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