En defensa del anarcosindicalismo

Una de las divisiones más importantes en la ideología anarquista es la que ha separado a les que defendemos la creación de Organizaciones formales para la consecución de la Anarquía de les que defienden que esa táctica es errónea y supone un obstáculo para lograr ese fin, practicando la organización informal y, en algunos casos, utilizando estrategias esponta- neístas o insurrecionalistas.

Con este artículo pretendemos hacer una defensa del anarcosindicalismo -y, en los aspectos en los que sea trasladable, del Anarquismo organizado- para salir al paso de aquelles que se refieren a este como una táctica reformista. Para nosotros, el anarcosindicalismo no sólo no es reformista, sino que a veces llega a ser más "insurrecionalista" que una gran mayoría de les insurrecionalistas.

Aclaramos que cuando nos referimos a corriente insurrecionalista hacemos mención a aquellos grupos anarquistas que utilizan como estrategia acciones puntuales cuyo objetivo es hacer un daño, económico fundamentalmente, aquellos grupos que, en sus propias palabras, "encuentran su razón de ser en la acción individual o colectiva de los individuos que se revuelven contra los aparatos de dominación, su objetivo inmediato es la destrucción de dichos aparatos".

Anarcosindicalismo, ¿otra forma de hacer lo mismo?

Creemos que el lema "Anarcosindicalismo; otra forma de hacer sindicalismo" se queda corto y no expresa, en su totalidad, lo que significa el anarcosindicalismo. Para nosotros, y en línea con la defensa que estamos intentando hacer, el anarcosindicalismo es, ante todo, otra forma de avanzar hacia la Anarquía. Es más, para nosotros, dada la situación hoy en día, es la única forma que vemos viable, lo que significa que el anarcosindicalismo no necesite de la colaboración y apoyo de las Organizaciones específicas anarquistas, y a la inversa.

Anarcosindicalismo: Tu herramienta de lucha

Para nosotros es importante que los medios sean considerados como una parte tan importante como el propio fin; no se trata solamente de conceptos indisolubles, sino, desde nuestro punto de vista, de conceptos equivalentes.

En una extendida concepción del anarcosindicalismo, los fines a corto plazo -como pudiera se rla victoria en un conflicto laboral o la consecución de una serie de mejoras puntuales- no se entiende estrictamente como un fin, sino exclusivamente como un medio, y no tanto para lograr unas condiciones "mejores" de vida sino, sobre todo como método de auto-concienciación de les trabajadores. Para nosotros, la propia esencia del anarcosindicalismo, puesto en práctica como tal, evita que eso que es entendido como medio se convierta en un fin. Es decir el anarcosindicalismo tiene sus instrumentos de auto-defensa para evitar que sea arrastrado al reformismo o al sindicalismo de servicios:

- Acción directa: Hemos repetido ya muchas veces, en este periódico ya ha aparecido unas cuantas referencias, que el hecho de que alguien solucione sus problemas por sí mismo es, para nosotros, un factor esencial a la hora de considerar al anarcosindicalismo como herramienta revolucionaria. Pues consigue plantar cara al delegacionismo y a la alienación.

- Asamblea de trabajadores: Esta es una de las cuestiones fundamentales por las que defendemos el anarcosindicalismo: Para nosotros, el que la Sección Sindical de CNT traslade el funcionamiento horizontal, la capacidad de decisión y la posibilidad de revocar los acuerdos tomados es la expresión más clara de lo que intentamos defender: el anarcosindicalismo no es reformista. Se trata de un marco, desde nuestro punto de vista revolucionario, que se ofrece a les trabajadores; luego, es, en última instancia, a ellos a quienes corresponde poner el límite. Si se paran en un fin a corto plazo son elles, les trabajadores, les que son reformistas, pero no el anarcosindicalismo.

Influencias del "insurrecionalismo" en el anarcosindicalismo

Parece que van tomado cada vez más eco alguna de las estrategias que podríamos llamar insurrecionalistas. Claro está que defendemos que la propia práctica del anarcosindicalismo puede llevar a momentos de "enfrentamiento directo" que requieran de prácticas insurrecionalistas, esto queda claro en la etapa anarcosindicalista del primer tercio del siglo XX. Sin embargo, parece que en la actualidad se abre el debate de darle, a priori, una vuelta de tuerca más a los conflictos laborales. Por un lado, esto supone para nosotros una errática forma de entender los conflictos laborales pues, a pesar de que cada vez parece mayor la tendencia de crear prospectos para el desarrollo del conflicto, cada situación es diferente y, ante todo, cada situación debe contar con el apoyo y tensón del propio trabajador implicado.

Por el otro lado, creemos que el principal objetivo de estas estrategias, causar pérdidas económicas a las empresas, se cumple con algunas de las estrategias que ha planteado históricamente el anarcosindicalismo. Esto se ha conseguido con el boicot o con el sabotaje, también históricamente con el lábel. Para nosotros, el boicot, siendo como es la actual estrategia más utilizada en los conflictos laborales, es la herramienta más fuerte para producir pérdidas económicas a los empresarios y obligarles a negociar con los trabajadores. Desde nuestro punto de vista, la esencia del método insurrecional es incompatible con el anarcosindicalismo, pues mientras que éste busca la implicación de toda la clase trabajadora o, más en concreto, de la clase trabajadora más inmediata al conflicto (a través del boicot y del sabotaje) aquel sólo puede conseguir la implicación de una parte muy pequeña de ésta. El grado de concienciación de la táctica insurrecional es para nosotros muy ínfimo, pues la repercusiones de las acciones no tienen porqué ser concienciadoras (nos remitimos al famoso caso de Kanczyski).

Queremos desterrar, desde aquí, ese aura de divinidad que parece rodea a la clandestinidad y todo lo que a su alrededor se desarrolle. Hemos repetido que, en la mayor parte de las veces, la única consigna valida es la continuidad y la constancia, pues para nosotros no tienen ningún valor, por sí mismos, los fines a corto plazo. Del mismo modo,tampoco tienen ninguna validez las teorías marxistas que se intentan camuflar de cientificismo. La famosa teoría de acción-reacción no tiene ninguna aplicación válida fuera del campo de la física.

Así lo demuestra la propia evolución de ETA, pues ha demostrado que en la "espiral acción-reacción" no sólo entran en juego la "violencia revolucionaria" sino además otra serie de factores, hasta el punto que, desde nuestra opinión, los factores que han desestabilizado a ETA, hasta llevarla paulatina y prácticamente hasta su desaparición, han sido la "opinión pública", la falta de un relevo con la suficiente formación y, por tanto, la falta de respuesta a la represión del Estado. Es para nosotros un ejemplo también la evolución del franquismo ante los grupos armados. Pues, tal y como se afirma en el artículo "Izquierda y derecha: Encuentre las siete diferencias", la respuesta del franquismo a estos movimientos (ETA, FRAP, GRAPO, GARI, MIL...) no fue solamente la represión directa, sino también la evolución de sus regímenes, la creación de una opinión pública de oposición y, además de otros muchos, la desestructuración, a través de la evolución del régimen, del movimiento obrero. Es por ello que los análisis marxistas "cientificistas" se nos antojan como unos análisis mermados de la realidad, pues no tienen en cuenta todos los aspectos de la sociedad, ni la entienden de una forma polifacética, sino que se caracterizan por dar a un único aspecto, el económico de forma tradicional y la represión en su tendencia armada, una importancia exagerada y fuera de la realidad.

Para nosotros el que el anarcosindicalismo tenga una mayor represión no debe entenderse de forma positiva, pues la represión y las "heridas de guerra" no significan la validez de unos planteamientos estratégicos, sino simplemente la materialización de una serie de fallos a la hora de ponerlos en práctica.

Conclusiones

Hace años que no tenemos ninguna evidencia práctica del movimiento insurrecionalista en el movimiento obrero. Las luchas del movimiento autónomo de los años 70 desembocaron, desde nuestro punto de vista en una desideologización de la clase trabajadora, promoviendo el pan para hoy y hambre para mañana. Para nosotros, no es reformista apoyar a los trabajadores cuando se levantan contra el empresario ni animar a la celebración de asambleas en los centros de trabajo. Para nosotros es reformista limitarse a mirar los conflictos desde fuera y reducirlos a meras críticas con las que llenar panfletos de discusiones teóricas que nunca van a llevarse a la práctica.

Creemos que es un fallo la concepción que de la "agitación armada" tenía el MIL, considerando que ésta "muestra que el nivel de violencia en el que se puede actuar aquí y ahora, y en el que por tanto debe actuarse, es muy superior a lo que generalmente se cree. La agitación armada como toda otra forma de agitación, marca el sentido de la lucha de clases de las amplias masas ayundándolas a orientarse, radicalizarse y avanzar con una dureza cada vez mayor. Al mismo tiempo, los objetivos concretos de dicha agitación cubren también una función de apoyo a la lucha de masas". Para nosotros el proletariado, como clase, tiene una capacidad mucho mayor que la de imitación; para nosotros no es suficiente que la clase trabajadora se limite a repetir los eslóganes y estrategias que se le marquen. Pues esto para nosotros no es más que la mera materialización del espíritu de delegación, para nosotros lo esencial es que la clase trabajadora sea consciente de sus propios actos y los haya elegido ella misma; llegados a este punto no tiene ninguna validez el actuar desde un plano "externo" sino que la única consigna válida es la propaganda, por todos sus medios, y la constancia.

Unos de la CNT
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