1.- La esencia del antifascismo consiste en reforzar la democracia, una tentativa de oponerla al fascismo; una lucha que no sería contra el capitalismo sino que tendría como fin impedirle que se vuelva totalitario. Divulgando esta utopía, el antifascismo intenta ocultar la existencia de antagonismos de clase. En la estrategia antifascista no existen dos clases que se enfrenten entre sí, el proletariado y la burguesía. No existen tampoco dos proyectos opuestos: comunismo[1] y capitalismo; abolición de la sociedad de clases y de la imposición del trabajo bajo la dictadura capitalista. Al contrario, prevalece la polarización burguesa: “democracia” contra “fascismo”, “Estado legal” contra “Estado policial”, la “ciudadanía” contra les “militares”, el “Parlamento” contra el “Régimen dictatorial”. (…)
2. El problema no es que la democracia ofrezca una explotación más suave que la dictadura, de tal forma que sería preferible estar explotade a la manera sueca que a la manera brasileña. El problema es que tengamos que hacer esa elección. En el mejor de los casos, todo lo que nos ofrece el capitalismo es ¡escoger la forma en ser explotade! Como el Estado es un órgano cuya función es adaptarse a las necesidades del Capital, la democracia se convertirá en dictadura si tal cosa es necesaria.
3. (…) La dictadura siempre aparece después que el proletariado ha sido derrotado por la izquierda demócrata. El antifascismo oculta esa realidad identificando al fascismo con las fuerzas “maléficas” y reduciéndolo a una “reacción irracional” venida de no se sabe dónde.
4. La táctica esencial de todos los frentes antifascistas es acusar de fascistas a todos los partidos políticos gobernantes. Sustituyen de esta forma la crítica del Estado por la denuncia de quienes lo lideran. ¡El antifascismo es la promoción y el fortalecimiento de la democracia y por tanto del Estado!
2. El problema no es que la democracia ofrezca una explotación más suave que la dictadura, de tal forma que sería preferible estar explotade a la manera sueca que a la manera brasileña. El problema es que tengamos que hacer esa elección. En el mejor de los casos, todo lo que nos ofrece el capitalismo es ¡escoger la forma en ser explotade! Como el Estado es un órgano cuya función es adaptarse a las necesidades del Capital, la democracia se convertirá en dictadura si tal cosa es necesaria.
3. (…) La dictadura siempre aparece después que el proletariado ha sido derrotado por la izquierda demócrata. El antifascismo oculta esa realidad identificando al fascismo con las fuerzas “maléficas” y reduciéndolo a una “reacción irracional” venida de no se sabe dónde.
4. La táctica esencial de todos los frentes antifascistas es acusar de fascistas a todos los partidos políticos gobernantes. Sustituyen de esta forma la crítica del Estado por la denuncia de quienes lo lideran. ¡El antifascismo es la promoción y el fortalecimiento de la democracia y por tanto del Estado!
Extraído del panfleto “Contra el antifascismo”
[1] Entendiendo comunismo no desde las estrategias leninistas sino desde su forma integral. Lo que les anarquistas llamamos comunismo libertario.