Conformismo y otras plagas

"Despertar las iniciativas, suscitar en todes el deseo ardiente y la firme voluntad de emanciparse es la verdadera obra revolucionaria que nosotres concebimos. Todo nos demuestra que la revolución no será eficaz sino se hace por individuos conscientes de su dignidad, deseoses de desarrollar todas sus cualidades, decidides a no tolerar ninguna traba; les anarquistas no hacen caso de los rebaños, prefiriendo inculcar al individuo el amor al estudio de los hechos que le interesen, único medio para llegar a saber quién es él, quiénes son les demás y cuál es el sitio que debe ocupar en la Naturaleza y en la sociedad"

Juan Grave

Liberar al hombre de la explotación física y moral impuesta por el capitalismo, la religión y el Estado ha sido siempre misión primordial de les anarquistas. Sacudir la modorra, despertar las conciencias adormecidas por la nefasta influencia de la Iglesia y la política es tarea que requiere perseverancia, lucidez y buena voluntad. Las supercherías, los mitos, las creencias en lo inexistente, en los ídolos, tanto los divinos como los humanos, se han combatido con argumentos profundos, con una fuerza de raciocinio indiscutible. El ejemplo de entereza, la buena voluntad y el entusiasmo puesto en todas cuantas acciones se realizaban era lo que más contagiaba el espíritu de les trabajadores, del pueblo laborioso y explotado. Para cumplir con tan loable tarea emplearon todos los medios honestos que encontraron a su alcance. La tribuna, las reuniones públicas, los periódicos, las revistas y los libros, sirvieron para ganar nuevos adeptos, inculcar rebeldía y forjar nuevos luchadores, hombres con criterio propio y convicciones firmes.

La crítica, esa crítica leal y constructiva que suelen emplear los hombres de espíritu libre, de condicciones nobles y concepto elevado de la dignidad fue vista con simpatía en el campo libertario. Y ésta se empleaba tanto para combatir la falacia de los adversarios, como para señalar los defectos y los errores que pudieran cometerse en la propia Organización. Y nadie que se preciara de compañere se oponía ni censuraba a les que sabían criticar los deslices, debilidades y fallos habidos en casa, fuesen éstos de tipo individual o bien colectivos. Todo se hacía con entera libertad, sin cortapisas de ninguna clase y gozando les unes de la confianza y estímulo de les otres.

De esta forma se podía respirar un ambiente sano, armonioso, de verdadero compañerismo. Donde la comprensión y la tolerancia recíproca recompensaban los esfuerzos y sacrificios practicados por todes y cada une de les militantes que integraban el Movimiento Libertario. Así, el respeto y la simpatía de les productores era cada día más grande hacia les luchadores de la CNT y del anarquismo español, esperanza de justicia y libertad del mundo del trabajo.

La honradez y la lealtad empleada por les libertaries en todos sus actos, era el aguijón que mantenía despierto el interés y la inquietud de les proletaries, atentes a todos los problemas que pudiesen afectar a les humildes.

Ahora ya no es lo mismo. Cuesta creerlo y es triste sólo el pensarlo. Pero es una realidad que no tiene vuelta de hoja. Está ahí, presente, a la vista de tode aquel que no cierre los ojos para no verla, ni se deje deslumbrar por espejismos, productores de grandes decepciones. Ya que puede observarse que el ambiente conformista, la abulia y la indiferencia manifiesta hacia nuestras cosas está minando al grueso de les libertaries. El descenso en nuestras filas se acentúa cada día más. Y lo peor del caso es que hay quienes se empeñan en no reconocer la crisis que está atravesando nuestro movimiento. Diríase que hay gente interesada en que ésta perdure, ya que se eluden los problemas más vitales de nuestra Organización, en lugar de abordarlos con toda crudeza, desnudos de palabrerío inútil, para tratar entre todes de buscar la forma más factible de solucionarlos. Con decir que somos muches, que estamos en la brecha, que con nuestro esfuerzo se resquebraja el régimen franquista y otros tópicos manidos de puro viejos no se consigue nada práctico. Menos aún cuando se habla o se escribe para compañeres, para militantes, que la gran mayoría ya ha pasado el medio siglo bregando por las ideas y también curades de sobresaltos.

De ahí que las declamaciones, el lenguaje altisonante no conmueve a nadie de les avezades en la lucha. Menos todavía cuando se ve a les que pretenden hacer creer a les demás lo que elles mismes no creen, que es lo que con cierta frecuencia viene ocurriendo entre nosotres, les libertaries.

Poco valor tienen las palabras, aunque sean dichas con mucha elocuencia, si no van seguidas de los hechos, de la puesta en práctica de lo que se dice. Ya que vale más un buen ejemplo que todos los discursos que puedan darse.

El ocultar la verdad, el no buscar "el fondo del problema" como alguien ha manifestado recientemente en nuestra prensa, contribuye a crear el estado de apatía, de pereza mental, de conformidad apabullante que va dominando a la CNT y al anarquismo español. Y, claro está, esta situación negativa para las ideas producen otras plagas que lo contaminan todo, a los hombres y a las cosas.

Les que no se conforman con darle vueltas a la noria, les que protestan de los moldes impuestos, les que no aceptan consignas venidas de "arriba", les que critican ciertas actitudes y se oponen a los manejos turbios que se vienen llevando a cabo son tratades de elementos disolventes, de irresponsables y demás adjetivos fuertes. Por lo tanto, "hay que sancionarles como merecen". Y la mejor sanción que se les puede imponer es la expulsión rápida de los medios anarquistas.

(...) Por lo visto, para tener razón se ha de pensar "como piensa todo el mundo". Y si se piensa contrariamente a les demás, si se dan pruebas de tener personalidad propia, se tropieza pronto con la oposición de les que dominan el cotarro, aunque se digan representar a la mayoría, a esa mayoría conformista de la que se usa y abusa tanto.

Poquito a poco se va perdiendo el sentido crítico, la amplia libertad que debe existir en una Organización que se dice libertaria. De lo que dice o piensa la capilla dominante se hace algo así como un tabú, cosa intocable. De ahí que para no ser puesto en el índice hay que conformarse con la rutina ambiental, seguir pasando el tiempo resignados a lo que dispongan los "cerebros pensantes", los prohombres del anarquismo. ¡Ya es bastante que se ocupen de elles y sus adictes por las cuestiones que puedan afectar al conjunto orgánico! Lo que acuerdan de antemano lo presentan luego a la base para que le dé luego su aprobación y todo queda arreglado. Al menos se da la sensación de que vivimos en el mejor de los mundos, de que la mayoría está facultada para... aprobar lo que se acuerda al margen de ella. Y lo gracioso (digámoslo así, aunque maldita la gracia que tiene) es que les que se reúnen a parte de la Organización para tratar los problemas que afectan a la misma, a todes les que la integran (...) luego salen llamando marginalistas a les compañeres que por afinidad o cansades de aguantar mecha se reúnen para expansionarse hablando de ideas, del rumbo que lleva a la Organización o del porvenir que nos aguarda a todes si la mayoría de les militantes no reacciona y se pone enmienda...

Un compañero ha tenido la osadía de decir en este boletín (el único vocero anarquista del exilio que da margen para exponer muchas cosas que en las demás publicaciones están prohibidas) de forma objetiva, bien meditada, la necesidad que tienen unes compañeres o unos grupos determinados, cuando por una afinidad de cosas no se avienen con les demás ni puede haber armonía posible, de organizarse aparte, de agruparse con aquelles que se les tenga en estima, que exista la afinidad necesaria, y seguir luchando, junto a les que consideran o se considera que van por el buen camino de las ideas. Hacer algo que dé satisfacción a todes les que voluntariamente se comprometan a seguir batallando.

Idea ésta que consideramos sensata y digna de ser tomada en consideración por les compañeres que compartan la actitud de "El Luchador" y la pauta que va marcando. Pues no siendo las ideas ni la Organización de les que por las mismas se interesan propiedad exclusiva de nadie, desde todos los ángulos se puede batallar por la consecución práctica de la anarquía. Lo señalado incita a la reflexión de les compañeres. Se debe pensar en llevar a la práctica lo ya sugerido u otra cosa en su lugar que se considere más ventajosa. Todo lo que sea en bien de las ideas, mejor que dejarse llevar por la quietud y el conformismo reinante.

Octavio Aguilar

El Luchador, nº 14, Año 2

Noviembre de 1969

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